viernes, 23 de septiembre de 2011

Homogeneidades.

¿Cómo puede llegar una persona a cambiar la concepción de tu vida? Sin quererlo. Esa es la única respuesta posible. Porque cuando alguien quiere hacer mella en ti, un dispositivo se dispara dentro nuestra y nos pone alerta, a la defensiva, y preparados para atacar si es preciso.
Si esa alerta no se dispara es porque tú no percibes que alguien quiere entrar en tu entorno. Hay personas, que son -simplemente- empujadas hacia él. Y esas, son las que operan el verdadero cambio. Gente que llega a un punto sin saber cómo, y encuentra que ahí está bien, que esa persona nueva en tu vida debe estar ahí. Si pasa el tiempo suficiente y echas la vista atrás, no comprendes cómo has podido llegar a entrelazar tanto tu vida con la de la otro ser. No señores, no hablo de amor, hablo de amistad. 
Hablo de amigos en los que no ves un principio claro. Buscas un momento en el que decidiste confiar, y entregar tus secretos y no lo encuentras. Puede que una tarde, puede que quizá otra... pero no hay un principio. No existen flechazos en las amistades verdaderas, porque se forjan, sin más, a lo largo de momentos insignificantes que hacen un todo inmenso, que se alza a nuestras espaldas y nos proporciona cobijo y seguridad, porque sabes que alguien va a estar ahí para oírte lloriquear. No buscarás en esa persona un buen consejo, ni un buen abrazo, ni ninguna cualidad en particular... porque tú no escogiste a esa persona. Así son las cosas, está en tu vida, y la aceptas porque así es, y así debe ser. No te convenzas de que si encontraras a una persona parecida, tendríais una amistad similar, porque esa amigos, es una enorme mentira. Puedes encontrar a cientos de personas similares en gustos, costumbres y manías, pero tú ya tendrás un alguien, y lo demás sólo serán vulgares imitaciones. Hay personas insustituibles, que lo son sin que lo hayas decidido. Nunca le has otorgado un puesto especial, pero lo tiene. Son personas empujadas a tu mundo, que encuentran que ahí están bien y se quedan junto a ti. Se fusionan con tu vida y crean una masa homogénea. 

Ahora seiscientos sesenta kilómetros, separan su casa de la mía. 
Pero las homogeneidades no pueden separarse.

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