viernes, 20 de agosto de 2010

No conozco a Teilnok.

Cuando uno escribe es un silencioso Dios, que supone conocer todo de todos y controlar su mundo a su antojo. Solo teclea, y sus personajes no le odian por matar a quien no debe, ni porque llueva en el día menos inoportuno. Auster escribió un libro titulado "la noche del oráculo" en que su historia como escritor y la historia misma que él escribe siguen un magistral hilo argumental paralelo. Llega un momento en que no te interesa tanto la historia del escritor en sí, como la que él escribe. Yo antepuse el personaje creado al real, y seguí la historia como fan del libro y no como fan del escritor.
Pensé que a mí me molestaría que quien leyera mi libro no supiese mi nombre, pero no creo que sea así. Yo soy los personajes, yo soy el mundo que he creado, y mi firma está en cada palabra. ¿No quereis saber mi nombre? Bien, recordad mi libro y estaréis impregnados de mí.
Yo misma me estoy impregnando de algo que no conozco. Llevo cerca de tres años con Teil en mi cabeza y escuchando cada vez que escribo su mente, y la de todos sus amigos, y ha llegado un momento en la novela en la que no sé muy bien que siente. Teilnok ha cogido partes de mí y las ha hecho suyas, haciendo una parte de si independiente e incomprensible para mí. En un inicio Teilnok guardaba similitudes con mi pareja, y ahora no se parece más a él que ha mí. En cierto modo, soy un poco más Alex y él es un poco más Teilnok. Teilnok es un poco más yo, y aún así me es desconocido en ocasiones. ¿No soy Dios? No puedo imponerle simplemente un sentimiento? No, no puedo. Es injusto hacer eso, porque no va con él, porque es traicionarle y porque es, (por lo que hemos comentado) traicionarme a mí. Hay cosas que, no puedo permitirme imponerle: filosóficamente porque una persona por ficticia que sea, debe tener coherencia; y prácticamente, porque mi libro también ha de tenerla.
Espero que jamás llegue el día en que conozca 100% a Teilnok, pero es de lo más estimulante saber como de repente, aunque no quiera escribirle así, sé que el no haría otra cosa. Mi tentación de hacer que Teilnok hable, es inmensa. "¿Sabes el daño que estás causando?" Le dicen. Me encantaría que Teil gritara ¡Sí, lo sé! ¡Es mi naturaleza!, junto con un buen merecido discurso de principios e infancias rotas. No obstante eso no le haría justicia, sustituyo todas mis brillantes ideas por "Teilnok calló, y lo miró fríamente como si aquello no fuera con él".
Eso es hacer justicia a mi personaje. Es escribir lo que no quiero, y aún así hacerlo. No es una novela que habla de un pueblo, ni de política, ni de tiranías ni traiciones. Habla de las personas, y del mundo a través de los ojos de un niño, y de una madre, de una persona solitaria, de otra que lo tiene todo, de alguien que debe mandar, y de otro que tiene que obedecer. Habla del universo de cada uno, y de como se enfrentan entre ellos, y jamás a sí mismos....
Hasta la tercera parte del libro claro.

Os dejo un fragmento que muestra lo que os he comentado. Sí, es mi personaje, y no se conoce ni él mismo.

" Casi podía escuchar como zumbaba la cabeza de Tim, en la que parecían agolparse las preguntas a modo de ligero temblor. Sumiso y consciente de lo poco que le gustaban los interrogatorios a Teil, el niño solo hizo una pregunta que no pudo resolver mirando el adusto semblante del lobo.

-¿La quieres?

Tras una mirada al suelo, y después otra mucho más arriba respondió.

-Yo creo que no sé hacer eso Tim. "


miércoles, 18 de agosto de 2010

Espacio nuevo, capítulo nuevo.

Lo cierto es que soy una persona de manías bien arraigadas. Qué se le va a hacer. A veces me conformo con muy poco, y otras nada me contenta. En este caso mi ambición se ha visto saciada con mi nuevo estudio, un rincón creado a mi imagen y semejanza, donde yo y mi libro podemos descansar tranquilos y conocernos mejor. Es un lugar atemporal, como yo, teñido de renacimiento, como yo, y con un toque rebelde y original, como yo. He hecho acopio y síntesis de mis conocimientos en interiorismo y he embadurnado de ellos mi estudio. Algún estante desordenado allí, y algunos cajones por arreglar allá, pero estoy contenta en mi silencioso rincón, que no da a la calle, y al que contribuyen mis ausentes vecinos. Mi gato favorito ya tiene su rincón en mi rincón, y observa con mirada brillante como trabajo. Mis libros también me observan, como musas obedientes siendo plasmadas.
La vorájime de situaciones, el lugar correcto, el momento ideal, el sonido perfecto y un tamaño sosiego, han hecho que para, sin lugar a duda, el mejor capítulo escrito hasta ahora en mi libro. Espero que mi correctora no sea muy dura con él.
Ojalá me preñe de nuevo de unas páginas semejantes.