miércoles, 14 de abril de 2010

Suma y sigue, o resta.

Mi novela me ha dado la espalda.
He escrito un capitulo unas 4 veces. Completo. Desde el inicio hasta el final.
En él, todo el pueblo ha de escuchar como el personaje más temido de toda la novela convence y manipula al pueblo para que actúe en beneficio de ella misma. Ella aterroriza en realidad. Pero nunca lo suficiente.
Es un pasaje muy importante que no debe ser mal escrito. Es la primera vez en toda la novela en que ella aparece y ni siquiera hago justicia a la descripción de la susodicha. Estoy atascada en un interminable pasaje que no sé como solucionar.
Escribir un libro es fácil. Pero escribir un libro con sentido y con conocimiento de causa y consecuencialidad... eso ya es harina de otro costal. No quiero escribir por escribir, releer y conformarme. Quiero escribir sabiendo lo que escribo, releer y sorprenderme.

Quizá una de las ventajas de tener tan clara la estructura de la novela y sus personajes, es que ahora puedo decidir no escribir ese capítulo y continuar en el siguiente. Pero temo perder el hilo y empezar a escribir contradicciones, difíciles de detectar y más aún de corregir. Tengo un brillante argumento parado por ese tipo de contradicciones. No puedo corregirlo, ni tampoco retomarlo porque no sé a donde puede llegar. Aquella novela murió, y no pienso permitir que eso le pase a Teilnok y a Tim. Son demasiado importantes para mí.
¿Qué debo hacer?

domingo, 11 de abril de 2010

Obcecada.

Una lesión leve me ha dejado tiempo suficiente para plantearme en qué gastarlo. Esos planteamientos nunca me sientan bien porque, básicamente, cualquier decisión tomada me parece, a la larga, errónea.
Por ese motivo decidí no decidir en que gastar mi tiempo, y me dediqué a dejar que se me escurriera entre los dedos.
El resultado es una novela incompleta, y un videojuego demasiado utilizado. Por suerte me he dado cuenta a tiempo de enmendar el error. Un tobillo lesionado, al privarte de andar, te permite hacer muchas cosas para los que un día normal, y en plenas facultades físicas no harías.
Por ejemplo: entre semana soy incapaz de permanecer delante del televisor más de 45 minutos, y ahora estoy viendo una película tras otra. Y se agradece la verdad, básicamente porque desde el sofá, viendo el ir y venir de la gente me percato de que todos gastamos el tiempo en cosas que no disfrutamos. Mis obligaciones para con la casa, mis mascotas, mi trabajo, y mis investigaciones, me toman más tiempo del requerido. Si solo me ocuparan una parte necesaria de mi tiempo, me gustaría realizar esas actividades, pero mis manías y obsesiones me obcecan y hacen de mis obligaciones una rutina insoportable, cuya única finalidad es que llegue el fin de semana. No es el trabajo supongo, aunque está clarísimo que ayuda mucho, pero mi estrés me lo provoco yo misma, y mi obsesión por tener todo mi entorno perfecto, al igual que mi cabeza. Espero de corazón que cuando regrese al trabajo, no se me olviden estos pensamientos. Trataré de dedicarme un par de horas exclusivas para mí al día, y así mis rutinas serán más llevaderas, o incluso pueden que dejen de serlo.
No me cuesta nada cepillar a mis gatos por ejemplo, pero si lo hago rápido, y pendiente de lo que tengo que hacer después, ignoro el suave ronroneo y lo felices que se ponen cuando lo hago. El truco de la vida son los detalles, y en semanas como esta me doy cuenta. Remito directamente a un post anterior, en el que una lesión de muñeca me dejó sin trabajar (últimos tiempo de abstinencia, diciembre 2008) . Leedlo y veréis que sin duda el tiempo libre (totalmente libre quiero decir) nos aplana las ideas y el cuerpo. Al menos así me siento yo.
Esta bien, confesaré que soy demasiada activa, que intento levantarme y hacer cosas a la mínima... pero, bueno es que soy así de especial. No es que no esté hecha para estar sentada, es que tengo que aprender a estarlo, y relajarme.
Alex me ha dicho que no disfruto de la vida. Dice que sonrío poco. Yo le he dicho que el tampoco disfruta de la vida y me ha contestado que su manera de disfrutarla le satisface. Creo que lo que quería decir es que él no aprovecha la vida, pero si lo pasa bien. Le dedica muy poco tiempo a sus obligaciones, menos del que a mí me gustaría desde luego, pero lo cierto es que vive mejor que yo, más tranquilo.
Tengo que aprender de él, mucho de él. Remito a un post anterior (Su propio Nirvana níveo,no el mío) en el que hablaba de la sencillez de la vida de Alex. Sigo pensando que ese modo de vida no es enriquecedor para el alma, pero quizá el mío tampoco. Quizá el mío menos que el suyo.
Voy a intentar encontrar un equilibrio entre lo que soy y lo que debería ser, sin alterar las bases de mi ser, pero si de mi actuar. Trataré de no pasar tanto tiempo perfeccionando lo imperfeccionable, y dedicaré el tiempo a disfrutarlo, aunque sea de la manera más absurda concebida. Me esfuerzo demasiado, y nunca nadie va a saberlo. No me compensa hacer un postre durante horas, si luego nadie lo va a probar. ¿No sería mejor disfrutar de cocinarlo, antes que de que les guste a los demás?

Ah! También voy a dejar de leer teorías de mecánica cuántica y de matemática avanzada. Lamentablemente el señor Schrödinger está fuera de mi alcance.