jueves, 30 de diciembre de 2010

Reflexión.

Un espejo de clara superficie y tenue resplandor, que en la noche parece brillar a cada gota que cae fuera. Porque fuera todo cae. Siempre cae. Aquí dentro cada cosa tiene su lugar, y cada lugar su rincón, cada alfombra su suelo, y cada objeto su cajón.
Unos zapatos esperan frente a la puerta, durante lustros, a cantar con sus tacones. Pero no cantarán. Son tacones de otra época, que esperan a la mujer que los calzaba que ya no está. Hay otra ahora, otra nueva con los mismo rincones, cajones y lugares que la otra.
Los libros se desordenan a cada segundo que pasan cogiendo polvo. Sólo hay uno que resiste fuera, que no cesa de ser leído, y que una y otra vez repite con salmodiante disciplina lo que ha de decir. No dice más, aunque la mujer espera que lo haga. Sólo dice lo que debe, y no debe mencionar más porque para eso fue escrito: para no ser leído entre líneas. Las exhaustivas descripciones la transportan una y otra vez a un lugar en el que ya estuvo. Un lugar que conoce, odia y adora en iguales cantidades. Es un lugar dónde ha sufrido y ha sido feliz. Un lugar donde el tiempo pasa, pero da igual que lo haga, porque allí los días no se acaban nunca. Todo sucede porque debe suceder y parece que no hay opción a decidir qué será lo siguiente. 
Nada queda tras él, ni delante de él. Sólo debajo, muy por debajo, aparece alguien hastiado de sí mismo y de su vida, pendiente más de sus sueños que de su realidad. Perdido bajo una inmensidad de humo que pesa cual acero. Ese alguien teme por encima de todas las cosas perder el peso que supone la nube que flota sobre sí, que la oculta, que la mengua y emborrona... y que la hace feliz. 

En la habitación nada sucede. Todo es corriente, pero todo parece expectante y nervioso a que algo suceda. Pero nunca pasa nada. 
Fuera llueve, y el espejo resplandece un poco más, y refleja lo de siempre. Una mujer que también espera algo, igual que los libros y que los zapatos. Espera que alguien vuelva, pero nadie vuelve porque nada ocurre allí. Quizá vuelva la mujer que se apeaba a los tacones y los hacía rechinar con orgullo. Quizá vuelva quien saque mil libros para leerlos, y guarde por fin el libro rojo que nada dice porque nada debe decir.
Si vuelve ella, el libro volverá a su lugar, y los zapatos no habrán de esperar más. Hasta entonces hay que esperar a que algo suceda. Pero aquí nunca pasa nada.
Mientras tanto, fuera todo cae. Siempre cae.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Navidad

He decidido que Teilnok y yo nos tomemos también unas buenas vacaciones Navideñas. Él se las merece más que nadie, puesto que en nuestras últimas citas lo metía en líos, lo sacaba, lo emborrachaba... y finalmente el lienzo se quedó en blanco, y Teilnok más que mareado y ocioso a la espera de que se me ocurriera qué hacer con él. Pobrecito. Mi inspiración se esfumó con la llegada de la Navidad, y me lo tomé como una señal: VACACIONES. 
Me están viniendo muy bien, porque echo de menos a Teilnok y el constante sonido de mi teclear, pero estoy leyendo muchísimo, y me curto a cada palabra de los maestros. Hoy me he sorprendido narrándome a mí misma en el balcón lo que será de Teilnok cuando llegue a las costas de Sacrificio y ardo en deseos de escribirlo. 
Me brotan ideas a cada instante de silencio, y es porque mi libro está lejos, y mis personajes dentro de mí. Esperaré a que mi correctora esté al 100% y retomaré la escritura con su consejo, que me viene divinamente. Ojalá lo acabe pronto. No hay cosa que más desee que verlo terminado. 
¿Quién adivina cuál será mi propósito de año nuevo?

martes, 21 de diciembre de 2010

Esto promete.

La segunda parte de la novela está en proceso de corrección, y me siento cada vez más orgullosa de ella. Por eso, a cada palabra noto el nivel más alto, y no quiero estropear ningún capítulo. Estoy concentrada a fondo con el desarrollo de la tercera parte que promete ser apasionante. Escribo en mi libreta fragmentos, conversaciones y situaciones que irán colocadas aquí y allá en esta parte, aunque todavía no sé distinguir una idea aproximada de cómo va a quedar. Habrá mucha información que dar, muchas conversaciones profundas, y se introducirán nuevos personajes, que aunque estaban latentes, existían y eran de lo más importante.
La figura de la princesa retomará importancia, y nos servirá de guía para mostrarnos otra visión de las cosas. La reina será más déspota si cabe, y Moali más cruel. Los Perros de la reina camparán ya por la ciudad a sus anchas, reclamando los derechos otorgados por la realeza y sintiéndose ahora parte de un nuevo sistema, que les encanta.
Los Brujos, recluidos en sus casa, estudiarán una forma de hacer frente a la reina Maït, sabiendo que su fortaleza está en su clandestinidad. Y Teilnok... Teilnok se verá envuelto sin saber muy bien cómo en una trama que lo llevará a conocer historias de cientos de años atrás, a reclamar el favor de la reina, y a fundar una asociación revolucionaria de Lobos que pueda hacer frente a los Perros y a sus métodos. Su excursión a la Cúpula Estrellada -emblema de la casa real- cambiará su visión de las cosas definitivamente. Lamento mucho, sinceramente, que el final de esta parte no vaya a favorecerle como debiera.

Ardo en deseos de acabarla y compartirla. Os encantará.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Un pequeño aporte.

Tras mi última entrada me planteé pedir segundas opiniones y publicarlas, porque como ya comenté mi opinión no sirve de mucho.
Por esto le pedí a mi correctora que me prestara unas cuantas letras suyas y que escribiera una pequeña reseña. Algo que tuviera que decir. Así lo ha hecho. Espero que sus palabras signifiquen tanto para vosotros como para mí.
"Cuando me pidió que corrigiera sus páginas no pensé en ello como un trabajo, sino en el sueño de todo lector. En serio, ¿quién no ha leído algo y ha querido decirle cuatro cosas a autor? Ojo, no quiero decir con eso que fueran cosas negativas, no nos confundamos.
Pero cuando empecé con la tarea, me di cuenta de que sí que era un trabajo, y además mucho más difícil de lo que parecía en un principio: sustituir nombres, comas, mayúsculas, ponerte en la piel de los personajes, saber si reaccionarían así o no...
Pero todo ello vale la pena cuando se llega a la mejor parte: la de poder comentar lo que lees; un “esto me ha gustado” o “creo que has querido decir esto, pero quizá vendría mejor así”.
Cuando leo el texto terminado (entiéndase por terminado, tras pasar por mi corrección y su aprobación) me siento bien, no solo porque me guste lo que leo, sino porque me siento parte de la obra. En realidad, no he hecho más que criticar, pero una crítica constructiva al fin y al cabo. Y sobre todo, siento que aporto mi granito de arena para que la novela evolucione a algo más serio que un documento de texto en un ordenador (Y en discos duros externos. Y en un pen. Y en un servidor. Y en...) Si algún proyecto se lo merece, es este.
Si el éxito surge como resultado de mezclar esfuerzo, perseverancia y mucho trabajo, pronto estaremos ante uno garantizado. Ahora, solo nos queda esperar.
Saida Herrero Morales"

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Poco a poco

Esta mañana alguien me ha dicho que se muere de ganas por leer mi libro. Ha sido como un halago, pero lo cierto es que yo también me muero de ganas de leerlo. ¡Más que nadie! Mi correctora ansía leer un fragmento demasiado cercano al final del libro, sólo por saber "cómo escribiré algo tan complicado sin que resulte pesado". Me encantó su frase, porque me dio ganas de probarme a mi misma.
El libro va más lento que nunca, como le he dicho a mi amigo esta mañana, pero se merece toda la lentitud que sea necesaria, porque noto que el resultado está siendo satisfactorio. A cada recodo, a cada palabra, cada salto de página es como una prueba más para seguir con el nivel que está cogiendo. Es verdad que los primeros cinco capítulos son bastante apresurados y ligeros, pero tome la decisión de respetarlos por ser un buen gancho para el público de "lectura fácil". Faltar al respeto no es mi intención con esta expresión. Entiendo que hay gente que prefiera leer para relajarse, y no relajarse para leer, como es mi caso. Muchos prefieren evitar a toda costa que el libro les haga pensar: sencillamente hacen una lectura llana de la historia en sí, tan respetable como cualquier otra. No obstante... lamento decir que mi libro no está hecho para ser leído así, aunque está más que claro que la lectura fácil está servida, quien quiera entender simplemente lo que está escrito, podrá hacerlo; claro que es mucho más divertido dejarme jugar con vuestras mentes e ideas con las vueltas argumentales que os ofrezco capítulo a capítulo. No juego con un hilo argumental que varía a cada rato, para nada es eso, lo que sucede es que sois como un habitante confuso de una ciudad que está sufriendo cambios, y vosotros los sufrís también, dejando que vuestra lealtad esté con unos o con otros, en función de los pasos que da cada bando. Para mí es una manera activa de leer. Es una tercera persona que no lo parece, pues los ojos desde los que se cuenta la historia, aunque originalmente son unos ojos curtidos, varían en varias ocasiones dejando ver cómo lo vive el otro lado de la ciudad: la madre, el hijo, la princesa, la familia de las afueras... Jugamos con los personajes, casi tanto como con la ciudad. Y eso es tremendamente divertido y estresante.
¡Qué poco valor tiene la opinión de una escritora sobre lo que escribe!
Ojalá pronto pueda ofreceros algo -quizá una opinión- de un valor ligeramente más alto, ya que, como os he dicho, "un lugar en las catervas" me llevará el tiempo que necesite llevarme.
Para mí, nunca había tenido tanto sentido el refrán: "vísteme despacio que tengo prisa"

viernes, 3 de diciembre de 2010

Nostalgia por lo que ha dejado de ser.

Hoy he releído entradas antiguas de mi blog, que me recuerdan momentos en los que mi novela no era mi prioridad. Esto era mejor entonces... 
Las recientes visitas y adquisiciones ignorarán seguramente el propósito inicial de este site, que empezó siendo una plataforma de entrenamiento de una escritora que no tenía lectores, y se cuestionaba el valor de sus letras. Llené los inicios de este proyecto con una prosa casi poética, que realmente gritaba desde dentro de mí: "¡Yo entiendo lo que escribo! ¿Y vosotros?" 
Después, no sabría decir porqué, retomé con más fuerza que nunca la novela. Puede que este blog ayudara, puede que fueran las ganas de demostrarme que podía hacerlo, o quizá me harté de que nadie creyera que lo podía hacer, y quería demostrarlo a los demás.
El proyecto sigue inacabado, pero viento en popa, a la espera de que la correctora tenga el tiempo suficiente como para oír los lamentos de mis páginas, que ya empiezan a necesitarla. Estoy entusiasmada por la novela, pero quizá nunca debí transformar este blog en un sordo testigo de sus páginas, porque, para ser franca, las entradas eran mucho más interesantes antes de 2010.

Hay una en especial que me apasiona, porque leyéndola recuerdo aquel día. Recuerdo que me desperté con la luz roja del despertador molestándome en la cara, y que el día pasó extraordinariamente lento, y vertiginosamente melancólico. Me gustaría que la leyerais de nuevo. Seguro que después de ella, cuando volváis aquí, os preguntáis el porqué de las nuevas entradas, más mundanas que nunca, exentas por completo de una visión del mundo tan bella como la que aquel día tuve.

http://silvery-isil.blogspot.com/2009/05/numeros.html

Ojalá alguien tenga tiempo y ganas de leer por leer, y disfrutar por disfrutar mis primeras entradas, porque no tienen desperdicio.
Nada que ver con esta. Ahora al parecer, esta escritorzuela ha traspasado su plataforma de entrenamiento a otro lugar más secreto e inaccesible, que algún día podréis comprar.

Las recientes visitas y adquisiciones ignorarán seguramente el propósito inicial de este site, que empezó siendo una plataforma de entrenamiento de una escritora que no tenía lectores, y se cuestionaba el valor de sus letras.
Ahora no me cuestiono el valor de mis letras, porque creo que el valor se lo dais vosotros.
Gracias por ello, por las casi cuatrocientas visitas diarias, los nuevos seguidores... y ¿porqué no? La ausencia de comentarios.