jueves, 4 de diciembre de 2008

Ultimos tiempos de abstinencia.

Solo tengo una forma de describir mi actitud estas largas semanas: ausente. No me juzguéis todavía, joder, que de verdad tengo una buena excusa. He estado con la mano malita, tuve un esguince de estos chungos con roturas fibrilares, fibrales o algo así, y he estado de baja dos largas semanas. Además en mi casa hay reformas y mi precioso Imac permanece tapado y protegido bajo los plásticos que protegen mi casa, tristemente desconectado. No he podido prestar mucha atención a mi fea costumbre de escribir.
Yo he vagado por Valencia todos los días. He encontrado tiendas raras, tiendas caras, tiendas muy muy caras, y tiendas de mierda. Pero sobretodo me he encontrado a mí misma. Paseaba y paseaba durante horas, y de pronto encontraba una librería y me colaba dentro. Tomaba cafés en sitios chulos, y probaba pasteles nuevos. Y he estado sola todos los días. Nadie me ha llamado, excepto Nacho y Knuckle, una vez cada uno. Y la verdad es que no hablé con ellos. No estaba en ninguna de las dos ocasiones, justamente por eso: estaba simplemente vagando. De vez en cuando llamaba a Momo, aburrida a veces, otras melancólica. Pero estas semanas la pobre iba acelerada, y he sido un estorbo para ella. Me ha prestado más atención de la que debía darme.
La mayoría de las noches las he pasado en casa de mis padres, por eso de mis ascos a la limpieza. No podía soportar muy bien eso de que todo estuviese lleno de polvo sin poder hacer nada, pero en fin, se ha sobrellevado la estancia en mi antiguo barrio por varios motivos:
1- El hecho de haber convivido algunos días con mis padres me ha hecho ver lo difícil que es convivir con ellos. Me he sentido bien sabiendo lo guay que es forjar unas nuevas costumbres “caseras” al margen de ellos.
2- He podido recordar como era aquel machacado camino hacia el instituto, y he pasado por su puerta sonriendo por haber dejado atrás aquella etapa de mi vida, en la que la gente trivial aparecía y desparecía de mi vida a diario machacando mi cabeza.
3- Me he cruzado con gente que conocía por la calle, y me ha hecho muy feliz ver que ni siquiera me han reconocido. Me ha hecho feliz ver que simplemente todo ha cambiado. Sin ir más lejos, gente que pasea por aquí ni tan siquiera me ha mirado a la cara cuando he pasado por su lado. También me ha sucedido con Fuen, otra antigua compañera. Cierto es que mi apariencia física no ha variado mucho, pero simplemente desapareces de la vida de la gente, y luego ya no eres algo especial entre el gentío. Algo que por ejemplo no pasó con Anet con quien tuve un conversación agradablemente trivial un día que nos cruzamos.
4- He recordado antiguos noviazgos. Cosas que empezaron en el patio de esa finca en patraix, y que terminaron en mi sofá. Otras cosas que me llevan a ver un carísimo coche aparcado en el cutre callejón de aquí al lado, o una moto gigante que desentonaba con el entorno, esperándome. Tertulias con Knuckle en el salón o en mi habitación. Fiestas a oscuras en mi casa jugando a las tinieblas… Pero sobre todo he recordado como empezó mi relación actual. El dulce noviazgo…. No, es mentira, el noviazgo no fue nada dulce. Fue terroríficamente amargo por diversas pérdidas que se sucedieron desde el momento que mi cuerpo tocó el de Alex. O por lo menos fueron duros los primeros meses. Después empezamos a centrarnos un poco más en nuestra relación, y menos en la de los demás. Pero recordar me ha venido bien, y ¿porqué no? A Alex y a mí tampoco nos ha ido mal del todo separados unos días (él si pudo soportar la suciedad del piso, y se quedó allí). Me ha servido para pensar como empezó todo, y como hemos evolucionado, como pareja, como personas y sobretodo, como adultos. Ahora la casa va viento en popa, y dentro de sus estrecheces, sé que va a quedar preciosa porque la hemos hecho nosotros. Puede que también tenga algo que ver la pasta que nos hemos dejado en el pisito… ¬¬
5- Otro de los motivos por los que me ha sentado bien volver, ha sido mi cuarto. Ahora el piso sí que está en condiciones para que pueda llevarme mi montaña de libros allí, pero los he echado mucho de menos, y he podido meditar a gusto, en una casa vacía. Perdonad que insista, pero de verdad me ha servido para encontrarme a mí misma. Necesitaba estar sola un tiempo, sin los agobios del trabajo. Aunque reconozco que he extrañado el trabajo y los compis, creo que no había podido soportar el agobio de la reforma y el trabajo todo junto.
6- Solo escribo este punto porque los números impares me parecen imperfectos, y terminar con un número cinco sería casi peor que terminar con una coma.
Y en fin esa ha sido mi vida estas últimas semanas. No he escrito nada de nada, excepto quizá resúmenes para el cole, pero eso no cuenta creo. Pronto os seguiré contando.
Muchas gracias por pasaros por aquí.

3 comentarios:

  1. El coche no era tan caro Isil, la moto sí. Me alegro de que todavía te acuerdes de mí. Espero que estés mejor de la muñeca. Tengo algunas cosas tuyas para devolverte.
    Un abrazo. Max.

    ResponderEliminar
  2. Mi ausente se encontraba una librería y me colaba dentro con costumbres “caseras” porque simplemente todo ha cambiado allí desde el momento que mi cuerpo tocó el de Alex y la casa va viento en popa, que necesitaba estar sola un tiempo y no he escrito nada de nada.

    ResponderEliminar
  3. ¿Prefieres terminar con un número par, antes que con el número de la suerte? ¿Piensas que la suerte te ha llegado, o que la vas creando con el sudor de tu frente?

    ResponderEliminar